domingo, abril 08, 2012

*LA REHABILITACION DE ROSAS*

Creo que ya podemos afirmar, sin ser ilusos o demasiado optimistas, que don Juan Manuel De Rosas ha sido rehabilitado en casi todos los aspectos de su obra y de su personalidad…

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

* Por MANUEL GÁLVEZ (*)   

Salvo algunos descendientes de unitarios, y algunos demócratas sin sentido histórico que juzgan el pasado con el criterio del presente, apenas hay persona culta que ignore cómo ROSAS salvó al país de la anarquía, lo unió y lo organizó y lo defendió, con patriotismo ejemplar, contra las potencias extranjeras que lo atacaron. Nadie ignora, igualmente, y por haberlo leído en un libro escrito por un enemigo – me refiero a “ROSAS Y SU TIEMPO”, de JOSÉ MARÍA RAMOS MEJÍA -, que en los años de su gobierno la provincia de Buenos Aires conoció la verdadera prosperidad, pues había trabajo para todos, no existía la miseria y el pueblo era feliz.
Pasó la  época en que a ROSAS se le consideraba un gaucho bruto, incapaz. Como creía GROUSSAC, que no podía comprenderle, de escribir un discurso; o un gobernante ladrón, como le decían los unitarios. Todos reconocen hoy su enorme talento, su honradez, su capacidad de dirección y organización.  
¿Qué falta, pues, para la rehabilitación completa de ROSAS? Sólo esto: demostrar que no fue el sanguinario que se cree. Algún día se convencerá el país de que sus enemigos fueron más sanguinarios que él. En las Memorias del General IRIARTE, aún inéditas, se relatan las bárbaras matanzas de paisanos realizadas durante la dictadura de LAVALLE. El General PAZ, según cuenta KING, hacía fusilar todas las noches a varios individuos. El joven historiador ALBERTO EZCURRA MEDRANO tiene que ampliar sus interesantes “tablas de sangre” de los unitarios.
Pero para rehabilitar a ROSAS en este punto, es preciso revelar las traiciones de los unitarios, que se unían con el extranjero contra su Patria. En este sentido el espléndido libro de FONT EZCURRA, documentado, serio, austeramente escrito, es de la mayor eficacia. Falta insistir en que casi la totalidad de esos “asesinatos” de que acusan a ROSAS no fueron sino actos de guerra. La casi totalidad de esos “asesinatos” se produjeron en los años 40 y 41, mientras Buenos Aires debía luchar con los traidores que se habían unido al extranjero. Hay un documento que lo prueba: el proceso a CUITIÑO y a los demás mazorqueros. El decreto ordena procesarlos por los crímenes cometidos durante los años y 42. No habla ese decreto de crímenes cometidos durante los años 40 y 41. No habla ese decreto de crímenes anteriores ni posteriores.
¿Eran crímenes? No. Eran actos de guerra. Los hombres de la policía de ROSAS entraban en las casas a buscar pruebas de la complicidad de los unitarios de Montevideo. A veces, alguien se resistía o se insolentaba con la autoridad. Y entonces no faltaba un bofetón, cuya réplica atraía el balazo o la puñalada, el que hizo justicia en los traidores.
Y si pensamos en la magnitud de las traiciones de FLORENCIO VARELA, de LAVALLE, de SARMIENTO, de casi todos los unitarios con los traidores, nos es preciso reconocer que ROSAS fue demasiado benigno. CLEMENCEAU, por simples sospechas, llenó cárceles de Francia durante la Gran Guerra (años 1914-1918), y fusiló a mucha gente. ¿Qué no habría hecho si los enemigos de su política se hubieran abiertamente aliado con Alemania. (Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel Rosas, año I, enero de 1939, número I, páginas 14, 15).

(*)  MANUEL GALVEZ, El gaucho de los cerrillos, Espasa – Calpe Argentina, Buenos Aires, 1945, 177 páginas: “En el cementerio, la multitud se aglomeró junto a él. Iba a hablar. Encendiéronse antorchas. El ministro GUIDO acercó una a los papeles que ROSAS tenía en sus manos. Se hizo un silencio augusto. Sólo se oyó, lejano, el cañón del Fuerte. “¡DORREGO, víctima ilustre de las disenciones civiles, descansa en paz!” Pág. 176. MANUEL GÁLVEZ nació en Paraná, Provincia de Entre Ríos, el 18 de julio de 1882; fallece en Buenos Aires, el 14 de noviembre de 1962. 

HÉCTOR D. DALIADIRAS, “Algo más sobre Sarmiento”, Editorial Nuevo Orden,  Buenos Aires, 1965, 165 páginas.

*La Democracia del paredón* 

Como presidente, SARMIENTO continúa en sus violaciones de las autonomías provinciales, según convenía a sus miras. Para conseguir su objeto había destacado a RIVAS y ARREDONDO en el Oeste y al joven ROCA en el norte: sátrapas a sueldo en cuantos desmanes, atropellos y escándalos se cometieron en esos años. (Manuel Gálvez, Vida de Sarmiento. Editorial Tor, 3ª edición, Buenos Aires, 1957, p. 304). Eliminado el Chacho, quiere eliminar ahora a los Taboada, a quienes llama “mandones del Norte”. El gobernador de Catamarca, general Octaviano Carranza, escribía a Taboada en 1869: “Lo sucedido en San Juan y Salta nos da la medida del modo de proceder de las gentes de Sarmiento. Aprobados ampliamente (tales métodos totalitarios de gobierno) debemos suponer que ha procedido de acuerdo con instrucciones recibidas al efecto. Sarmiento, al defenderse, acusa al gobierno anterior de Mitre – en El Nacional del mes de octubre – por los abusos, escándalos, falsificaciones y negocios ilícitos” (ibídem, p. 117). Sarmiento, al defenderse acusa al gobierno anterior de Mitre – en El Nacional de los abusos, escándalos, falsificaciones y negocios ilícitos” realizados. La Nación, a fines de noviembre, culpa entonces a Sarmiento de las ejecuciones efectuadas por su agente Sandes, que degolló a los prisioneros, según se refiere Arredondo. “Los debía ejecutar a todos, y sólo lo hizo con los jefes y oficiales, de que se queja Sarmiento” (ibídem, p. 313). Al sublevarse una dotación de correntinos en San Luis, Sarmiento hace cumplir al pie de la letra la ordenanza que dice: Serán todos ahorcados en cualquier número que sean”. Cumplida la sentencia, denomina a acto: “brillante conducta” (Sarmiento, Obras Completas, Editorial Luz del Día, Buenos Aires, 1948-1956, tomo XLIX p. 376)-
En 1868, en la sublevación de los entrerrianos en Loncagüe, hizo fusilar al cabecilla y, sin atender a ninguna súplica de clemencia, mandó diezmar a los demás, “pasando por las armas al que toque, designado por la suerte”. (Gálvez, op. Cit. P. 305). Tales ejecuciones de San Luis y Entre Ríos, por motivos políticos, provocaron un gran escándalo en el congreso nacional. El 19 de junio de 1869 el senador Mitre lo acusa de asesino. Sarmiento, exasperado,  le escribe al General Rivas el 26 de junio: “Don Bartolo me molesta por todos los medios imaginables”; y luego se desata en improperios, tratándolo de ignorante, loco, borracho y charlatán.
Asesinado Urquiza en 1870 – en conformidad con las insinuaciones y deseos tantas veces expresados por Sarmiento -, éste se erige ahora en vengador del crimen; pero, cuando fueron asesinados los gobernadores Benavídez y Virasoro había sido el principal enemigo de la intervención federal. Como presidente de la nación prepara la guerra a sangre y fuego, entregando a la muerte a miles de argentinos, contra la protesta general, que abominaba de la intervención armada. Acusa del crimen a López Jordán por simples sospechas; y anula la elección de gobernador recaída sobre presunto asesino. El 28 de mayo de 1873 envía un proyecto de ley al congreso poniendo a precio la cabeza del gobernador de Entre Ríos, cotizada en 100.000 pesos y las de sus colaboradores, en 1.000 cada una. “Monstruoso” llama Lugones a tal proyecto, despótico y violatorio de la constitución nacional. En Rosario dijo el 18 de noviembre de ese año: “No quedará vivo soldado alguno de los batallones de los gauchos entrerrianos” (Ibidem, p. 355). Después de veinte años en nada había cambiado; pues repetía lo de Caseros: “Hemos jurado con Mitre que no quedará uno vivo”. El sabio francés, residente en Entre Ríos, y testigo de estos hechos, escribió: “Sarmiento, partidario de la intolerancia política, es un Robespierre: un civilizador a cañonazos y bayonetazos”. (Alejo Peyret, Intervención a Entre Ríos, Buenos Aires, 1873).  

SENTENCIADO A MUERTE

Cuando Sarmiento fue, en 1845, a visitar a San Martín, creyó que el Libertador lo apoyaría en sus apreciaciones sobre la política de ROSAS; pero, quien fue por lana, volvió trasquilado.
¿Qué le respondió San Martín? “Sobre todo tiene para mí en su favor el General ROSAS – le dijo – que ha sabido defender con energía y en toda ocasión el pabellón nacional. Por esto, después del combate de Obligado, tentado estuve de mandarle la espada con que contribuí a fundar la independencia americana por aquel acto de entereza en que, con cuatro años, hizo conocer a la escuadra anglofrancesa que los argentinos saben siempre defender su independencia”. (Pastor S. Obligado, La Nación, del 9 de julio de 1894; en Gálvez, p. 121).  
Años después el Gran Capitán, don José de San Martín, confirmaba la sentencia de muerte cuando escribió el 10 de julio de 1839: “Lo que no puedo concebir es que haya americanos que por un indigno espíritu de partido se unan a extranjero para humillar a su patria… Una tal felonía ni el sepulcro la puede hacer desaparecer” (Font Ezcurra, Unión Nacional, Apéndice de la 3ª edición, Buenos Aires, 1941, p. 30).  
Por fin, jamás un argentino, con una pizca de decencia, había osado escribir tales ignominias (sobre la Aparición de la Virgen en LOUDERS), profanando el templo de la patria donde oraron nuestros ejércitos, donde comulgaron nuestros próceres y donde depositaron, con sus exvotos, los trofeos de nuestros triunfos. ¿Acaso no fue milagro de primer orden nuestra independencia nacional que, según solemne testimonio escrito de SAN MARTÍN y BELGRANO,  se debió a la “visible protección” de MARÍA, a quien consagraron sus armas y sus victorias?

  
Diario Pampero Cordobensis nº 74
Instituto Eremita Urbanus
Córdoba de la Nueva Andalucía
24 de julio de Pentecostés de 2008. Reimpreso: Jueves de la 1ª semana de Pasión de 2011.
Sopla el Pampero. ¡Sobre la Patria, nada!
Gspp.*

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