domingo, abril 22, 2012

EJÉRCITO REVOLUCIONARIO DEL PUEBLO


“Quien cuenta al pueblo falsas historias de revolución o lo engaña, a propósito o sin saberlo, con ditirambos históricos, es tan culpable como el geógrafo que entrega mapas falsos a los navegantes”. (Falcionelli, A.)

Editó: Lic. Gabriel Pautasso

EJÉRCITO DEL PUEBLO o GUERRA DEL PUEBLO o LUCHA ARMADA en la ARGENTINA


“Un partido de combate se caracteriza por eso mismo, porque combate, y en esta Argentina que está en guerra, la política se hace en lo fundamental armada, por lo tanto,  en cada lugar donde el Partido (PRT) esté presente en las masas se debe impulsar las tareas militares. Combatir, formar el ejército en la práctica de la lucha armada: quien no pelea no existe”. 
(Resoluciones del V Congreso y Resoluciones posteriores. Pub. del PRT, 1971, p. 72).


La determinación de continuar la lucha armada durante del gobierno de HÉCTOR CÁMPORA y la intensificación del accionar militar y la actuación del PRT-ERP, fundamentalmente a partir de 1974, serían tan sólo los ejemplos más destacados de aquel proceso. Esta idea de una creciente militarización fue dando lugar a una afirmación bastante extendida y aceptada: el desplazamiento de la política fue la contracara de la intensificación del accionar armado. LA VIOLENCIA ARMADA y la POLÍTICA se presentan, desde esta perspectiva, como términos claramente excluyentes. 
Una de las últimas intervenciones que, desde el campo académico, ha abordado la experiencia de la guerrilla en la Argentina es la obra de PILAR CALVEIRO Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años “70”. Es finalmente en la supresión de la política donde pueden encontrarse las claves de la derrota de las organizaciones revolucionarias armadas.  (CALVEIRO, PILAR, Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años “70”. Buenos Aires, Norma, 2005, p. 23).  “LO MILITAR y lo organizativo asfixiaron  la comprensión y la práctica políticas” (CALVEIRO, PILAR, op. Cit., p. 129). Para la autora, entre el surgimiento de las organizaciones armadas y su derrota final, hubo desplazamiento y reemplazo: “LA LUCHA ARMADA comenzó siendo la máxima expresión de la POLÍTICA primero, y la POLÍTICA misma más tarde”.  
PABLO POZZI ha ofrecido una versión distinta pero coincidente, en todo caso, con aquellos enfoques que sobreimprimen a la experiencia erpiana un postulado divorcio entre “la política” y las armas: “lo militar no guió la política, pero sí tendió a autonomizarse (…) no hubo militarismo como tal (lo militar guiando a lo político) lo que hubo fue una autonomización  de los aspectos militares de la organización. La separación entre ambos aspectos, militar y político, los llevó a desarrollarse por carriles distintos donde  veces chocaban entre sí y a veces se completaban”. (POZZI, PABLO: “Por las sendas argentinas”…EL PRT-ERP, la guerrilla marxista, Buenos Aires, Eudeba, p. 271).

*DECÍAMOS AYER… *


DESÓRDENES y DEPURACIÓN: PERÓN, que juró como presidente el 12 de octubre de 1973, había organizado ya su movimiento desde la primera vez que volvió el 30 de julio de 1973, poniendo en la cumbre un buro ejecutivo compuesto por JOSÉ HUMBERTO MARTIARENA, responsable político (con FERDINANDO PEDRINI, JOSÉ MANUEL CAMUS Y FRANCISCO JULIÁN LICASTRO), JOSÉ RUCCI, responsable sindical (con LORENZO MIGUEL, CASILDO HERRERA (EL “ME BORRÉ”) y RODOLFO MEDINA, SILVANA ROTH, responsable femenina (con HILDA CASTREIRA, DOLORES AYALA DE MORENO y PATRICIA ROMERO GÓMEZ) y JULIO YESSI, responsable de la juventud (con JOSÉ LUKS TIRAGLIA, ANA MARÍA SILA y HUMBERTO ROMERO. Era urgente volver a tomar en mano las riendas del Movimiento justicialista, donde se habían infiltrado elementos marxistas y revolucionarios. Al lado de las F. A. P. (fuerzas armadas peronistas), salidas de las juventudes, de los “Montoneros”, encabezados por el guevarista MARIO ROBERTO SANTUCHO – las F.A.R. (fuerzas armadas revolucionarias), maoístas-, las F.A.L. (fuerzas armadas de liberación) y sobre todo el E.R.P. (ejército revolucionario del pueblo), trotskista, se señalaban por sus fechorías: desde principio del año hasta septiembre de 1972, 30 muertes en atentados contra las fuerzas del orden; en 1973, 170 raptos y, en estos dos últimos años, 80 millones de dólares sacados a título de rescate. Esta actividad subversiva se manifiesta, ya sea bajo  forma de secuestros (STANLEY SILVESTRE, ex cónsul en Córdoba, raptado el 24 de marzo de 1971 – el mismo día que el general ARAMBURU -; el director de la compañía Philips y más tarde el empresario ADOLFO KAPLUN, raptados y luego liberados el 6 de septiembre de 1972; OBERDAM SALLUSTRO, director de la Fiat de Córdoba, raptado el 21 de marzo de 1972 y muerto el 10 de abril, al igual que su jefe de personal, ROBERTO KLECKER,  ametrallado el 4 de abril de 1974, ya sea bajo formas de atentados contra autoridades (tentativa fallida contra el general LANUSSE y el presidente del Uruguay, JORGE PACHECO, el 9 de julio de 1971; contra el general JUAN CARLOS SÁNCHEZ, comandante del II Cuerpo en Rosario, muerto el 10 de abril de 1972, y contra su sucesor, el 7 de agosto; contra el almirante retirado RODOLFO EMILIO BERISSO, considerado como responsable de los incidentes de TRELEW: del 22 al 25 de agosto de 1972, 19 terroristas, evadidos de Rawson, se han amotinado en la base aeronaval, antes de que Chile decida acogerlos y luego Cuba. El 11 de abril de 1972 ya, tres prisioneros de la cárcel de Villa Urquío (Tucumán) se evadieron matando a cinco guardines, habiendo sido capturados de nuevo en compañía de una brasileña y de su marido argentino. Muerto el 28 de diciembre delante de un supermercado, después de haber escapado a la colocada en su coche; contra el domicilio del coronel SEVILLA en Córdoba el 15 de febrero de 1973, y de los locales militares, el 18; contra el almirante ALEMÁN, raptado el 3 de abril, también en Córdoba; contra el coronel de inteligencia IRIBARREN del III Cuerpo, muerto al querer al querer resistirse a sus agresores, un comandante de gendarmería raptado el 27 de abril: contra el almirante retirado HERMES QUIJADA, ametrallado por dos motociclistas el 30 de abril; contra el cuartel del Servicio de Salud para hacerse de armas – un coronel y un soldado muertos, dos heridos, y 11 partidarios detenidos -, el 6 de septiembre; contra el ex jefe de la policía de Tucumán, asesinado en septiembre; contra el cuartel, en Azul, de un regimiento blindado de húsares – el coronel, su mujer y un soldado muertos, un teniente y dos soldados heridos, un teniente coronel raptado, dos asaltantes muertos, varios heridos, 10 detenidos -, el 19 de marzo de 1974; asalto fracasado contra la base aérea de Morón, a 35 kilómetros de la Capital Federal – 10 de los 40 asaltantes quedan detenidos -; complot con motivo de la visita del presidente uruguayo BORDABERRY, el 12 de febrero, seguido por 30 detenciones, en el que están comprometidos, con dos senadores refugiados, el ex ministro del Interior ESTEBÁN RIGHI y el ex gobernador de Buenos Aires – tres policías muertos y uno herido -, el 24 de marzo; el teniente coronel ALBERO RIVERO, ex secretario del almirante ISSAC FRANCISCO ROJAS, mezclado en el juicio contra los agresores de La Salud, raptado y liberado el 30 de marzo; un cuartel de ingenieros atacado el 6 de abril; el norteamericano ALFRED LAUN, de la U. S. I. S., raptado y gravemente herido el 12 de abril por el ERP. También se manifiesta esta actividad subversiva por tentativas de la guerrilla urbana en Mendoza, donde, del 4 al 6 de abril de 1972, la subida brutal del 100% de la tarifa de electricidad impulsa a 15.000 personas a manifestarse ante el gobierno provincial, a levantarse barricadas, a incendiar 100 coches, a saquear tiendas (dos muertos, 20 heridos y 40 detenciones); la “marcha del hambre” de estudiantes y obrero el 22 de abril 8360 detenciones); disturbios y huelgas en Tucumán, del 24 al 27 de junio (un estudiante muerto); incidentes en Mendoza; en la Facultad de Medicina de La Plata; manifestación tumultuosa delante del Congreso Nacional el 22 de agosto de 1973, dispersada con gases lacrimógenos (un centenar de detenciones); ocupación de la Facultad de Derecho el 18 de marzo de 1974; refriegas en Córdoba el 17 de marzo (dos heridos de bala, 140 detenciones), y también se manifiesta por ajuste de cuentas y luchas entre facciones entre peronistas ortodoxos y de la “Tendencia revolucionaria”.
El secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, JUAN MANUEL ABAL MEDINA condenó el 30 de marzo de 1973 los atentados. Pero el 22 de abril, en una reunión de las juventud peronista en el sindicato del calado, entonó el coro con el extremista RODOLFO GALIMBERTI que reclamaba la instauración del socialismo por métodos revolucionarios y la creación de las milicias populares. El 28 de abril, PERÓN destituyó a los dos culpables, mandó proclamar el 1º de mayo el estado de sitio en seis regiones, reclamó el restablecimiento de la pena de muerte contra los terroristas y dirigió el 31 de mayo y el 1º de junio dos mensajes de advertencia a la CGT y a las juventudes recordándoles que “EL ORDEN IMPERA PARA TODOS”. Lo cual no fue suficiente para acabar con los excesos: asesinato del secretario de los mecánicos, DAVID CLOSTERMANN, el 22 de mayo, y refriegas entre  jóvenes peronistas (ocho heridos, uno de ellos grave), manifestaciones tumultuosas en las que participan 50.000 personas para la liberación inmediata de los detenidos al día siguiente de la asunción de CÁMPORA de las cárceles de Villa Devoto (188 prisioneros, de Rawson (154), mientras los detenidos de derecho común se amotinaban en Caseros, y que en Córdoba un centenar estaban liberados y 20 políticos amnistiados de 50 y que, el 27 de mayo, 400 jóvenes revolucionarios lanzaron una operación contra el aeropuerto donde se apoderaron de 40 rehenes. El 19 de junio, J. M. ABAL MEDINA, que arengó a los manifestaciones delante de las cárceles, cayó herido en un atentado; el 7 de julio le expulsaron del PJ y será herido en un brazo en una nueva tentativa de asesinato el 24 de mayo de 1974. Sin embargo, el 21 de julio, los terroristas del ERP y del PTR oponen al “Pacto Social” sus propias reivindicaciones: relevo del salario mínimo a 180.000 pesos, aumento de sueldo en 60.000; nacionalizaciones con control obrero sobre las contabilidades de las empresas; prohibición de los despidos; derecho para los obreros a fijar por sí mismos “sus normas de trabajo”, etc.
Sordos a la llamada de CÁMPORA el 25 de junio para entregar sus armas en el plazo de cuarenta y ocho horas, siguen tomando como blanco a los jefes moderados de la CGT Secretario General de la central obrera JOSÉ IGNACIO RUCCI, se encuentra el 25 de septiembre entre dos fuegos de dos equipos de custodios, y muere acribillado a balazos (23); su chofer resulta muerto, dos sus guardias, heridos. Su adjunto, ADELINO ROMERO, ocupará su puesto el 1º de octubre. El 26 de septiembre, un joven dirigente peronista, ENRIQUE GRINDBERG, resulta muerto. El ex secretario de la construcción, ROGELIO CORIA tendrá el mismo fin el 22 de marzo de 1974. (JEAN LOMBARD, La cara oculta de la historia moderna, tomo IV, Fuerza Nueva, Madrid, 1977, p. 551-552). 

*LA CARACTERIZACIÓN DEL PROCESO REVOLUCIONARIO EN EL PRT-ERP*


El análisis de la línea política y la práctica partidaria exige prestar atención a la caracterización del proceso revolucionario que hiciera el PRT-ERP: esto es, a aquel concepto que dio forma y tiempo a la revolución en el imaginario erpio-perretista, DETERMINANDO SUS CARACTERÍSTICAS y orientando en consecuencia el accionar partidario. Fue un texto de ROBERTO PITTALUGA, titulado “Por qué el ERP no dejará de combatir” (P.R.: “Por qué el ERP no dejará de combatir”, Ponencia presentada en las VIII Jornadas de Interescuelas/ Departamento de Historia, Salta, 2001), la primera intervención en señalar la importancia definitoria de esta caracterización del proceso revolucionario que hiciera el PRT-ERP. En líneas generales puede decirse que lo que allí PITTALUGA define es el proceso por el cual se configuró en el imaginario erpio-perretista una concepción de la revolución como “guerra revolucionaria”.
Señala el autor que en las representaciones del F.R.I.P., puede identificarse un difuso componente de insurrección de masas. Tomando un texto modélico de esa organización, escrito por MARIO R. SANTUCHO en 1964 (“El proletariado azucarero tucumano, detonante de la revolución”), advierte: (“Si lo que se precisaba era el detonante, era porque se presuponía un “combustible” ya acumulado. La revolución era pensaba así como explosión revolucionaria, como insurrección generalizada”.  Ese imaginario, por su parte, continúa PITTALUGA, guardaba estrechas similitudes con el que habitaba la organización de NAHUEL MORENO “Palabra Obrera”; la huelga general revolucionaria era la forma predominante a través de la cual se proyectaba la escena de la revolución. Ahora bien, esta concepción de la revolución, advierte PITTALUGA, no podía sino ser conmovida por las experiencias CUBANA, CHINA y VIETNAMITA. Así, en el caso particular del PTR, el autor señala un proceso de reconfiguración de las concepciones de la revolución que terminó por desplazar las perspectivas de insurrección de masas a favor de una nueva noción de revolución como guerra. La importancia de esa reconfiguración radica en sus consecuencias: a partir de la nueva constelación simbólica tuvo lugar un proceso de colonización de la palabra política por la jerga bélica; el militante fue re-categorizado como combatiente y “la lucha” se transformó en “combate”, concluye PITTALUGA.

*LA INSURRECCIÓN GENERAL*


El esquema de acción delineado por LENIN establecía que ante una situación revolucionaria, cuando las masas están en estado de fermentación, la acción del Partido debía centrarse en el lanzamiento de consignas cada vez enérgicas y, paralelamente, en la organización de acciones de masas. El punto culminante de dicha combinación era la huelga general de concierto con la insurrección armada contra el poder de la burguesía. El modelo de la INSURRECCIÓN DE MASAS apelaba, necesariamente, a un PLAN MILITAR. Sin embargo, tanto LENIN como aquellos dedicados a sistematizar la teoría de la insurrección de masas, procuraron diferenciar esta estrategia de blanquismo (se refiere a LUIS AUGUSTO BLANQUI (1805-1881), SOCIALISTA y revolucionario francés, que en 1870 reclamó en La Patrie en danger, la institución de la Comuna, la supresión de los cultos. El alistamiento y armamento forzoso de los sacerdotes, etc. Su hermano, se llamaba JERÓNIMO ADOLFO, publicista y economista francés, Dedicó su vida al estudio de la situación de la clase obrera en distintos países (1798-1854). Enfatizando la obligada supeditación y circunscripción del accionar armado al contexto del auge de las masas. Sustentada en la confianza del papel creador de la violencia la táctica blanquista consistía en hacerse en el momento propio del poder, por medio de una organización armada, secreta fuertemente y centralizada. La representación de la revolución en el blanquismo se asimilaba, entonces, a un complot militar.
La planificación de la insurrección – pensaba en el esquema leninista como un ARTE (LENIN, Marxismo e Insurrección, 1917, en www.marxists.org) – implicaba la “preparación” militar de cuadros en el seno del partido. A tal fin, éste debía contar con un Comité Militar Revolucionario, cuya función y responsabilidad principal fuese el adiestramiento de cuadros, la planificación de las acciones militares y el abastecimiento de recursos materiales. Lo importante a destacar aquí, en todo caso, es que en el modelo insurreccional la actuación efectiva de las fuerzas militares se inscribían en el contexto de una situación revolucionaria, entendida ésta como un período de “auge de las masas”, de ciclo de sublevaciones parciales pero ascendentes en su radicalidad y desafío político y que implicaba, por lo demás, la desorganización y debilitamiento de las fuerzas enemigas. Es decir, a diferencia de otros modelos como el FOQUISMO o GUERRA POPULAR PROLONGADA, la LUCHA ARMADA se circunscribía a la etapa final de la confrontación entre clases. Era, de alguna manera, expresión y consecuencia, a la vez del momento en que dicha confrontación, por su agudeza “se transforma en GUERRA CIVIL ABIERTA”. (LENIN, La guerra de guerrillas, 1906, en www.marxists.org). La lucha armada no era, entonces, ni la usina que alimentaba el proceso revolucionario, ni la principal forma de lucha hacia la toma del poder. Era la modalidad final e imprescindible que acompañaba el alzamiento de las masas, pero supeditada a los otros “procedimientos esenciales (…): la influencia educadora y organizadora del socialismo”. (LENIN, op. Cit.)
Por último, el planteo de la insurrección de masas preveía que el desarrollo de la “guerra civil” tendría lugar en las ciudades (donde se concentraba el proletariado industrial) para luego expandirse territorialmente hacia el campo.

*GUERRA POPULAR PROLONGADA*

 
La experiencia de las revoluciones china y vietnamita habrían de ofrecer a las izquierdas, especialmente aquellas de los países del Tercer Mundo, un nuevo modelo estratégico para la toma del poder. Una estructura económica-social signada por la presencia de una población abrumadoramente campesina, sometida en gran medida a relaciones de dominación caracterizadas como “feudales” o “semi-feudales”, y el combate contra un enemigo colonialista o invasor determinaron en estas experiencias la conjunción entre guerra de liberación y guerra revolucionaria. Esta conjunción no podía menos que implicar una estrategia alternativa recibiría el nombre de guerra popular prolongada. Una de las características fundamentales de la guerra popular prolongada era que, en tanto suponía la confrontación bélica con un enemigo técnicamente superior, iría “de lo pequeño a lo grande, de lo débil a lo fuerte” a través de “mil batallas tácticas”, como advertían las máximas del líder chino, MAO TSÉ TUNG.
El crecimiento del “Ejército del Pueblo” estaba necesariamente ligado a la consolidación del control territorial, cuyo sentido iba del campo hacia la ciudad, momento crucial éste en el cual, recién entonces, tendría lugar el llamado a la insurrección general. En resumidas cuentas, la “guerra del pueblo” no era más que la vía de una paulatina “acumulación de fuerzas” políticas y militares (identificadas con “la nación” y “el pueblo” simultáneamente) hasta acusar una clara superioridad de fuerzas respecto del enemigo. La figura de la guerra no evidenciaba la etapa culminante de la situación revolucionaria signada por el auge de masas sino que era su propio motor, y el Ejército – aunque bajo la dirección del partido – su gran protagonista.
El crecimiento “de lo pequeño a lo grande” tenía un claro correlato en las modalidades del enfrentamiento bélico, La “guerra del pueblo” comenzaba bajo la forma de guerra de guerrillas para transformarse gradualmente en una guerra de movimientos (forma de combate en que comienzan a evidenciarse principios de la guerra regular) que en su etapa final se combinada parcialmente con la guerra de posiciones.
La sucesión de estas etapas exigía la transformación del EJÉRCITO DEL PUEBLO en un verdadero ejército regular. En palabras del general GIAP: “sobre la base de un fortalecimiento continuo de la conciencia política (…) para elevar la capacidad combativa del ejército, para lograr una fuerte centralización del mando (…) es indispensable poner en vigor reglamentos propios de un ejército regular (GIAP, Vo NGUYEN, Vietnam liberado. Guerra del pueblo-Ejército del pueblo, Ediciones La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1971, p. 78).
LOUIS-AUGUSTE BLANQUI, “el tétrico BLANQUI, gruñón pedante y doctrinario de su propia causa, asceta macerado en las cárceles…”, como lo pinta HERZEN, no se encontraba en París cuando estalló la rebelión. Arrestado en Figeac por orden de THIERS, no tuvo ninguna responsabilidad directa en los actos terroristas de sus discípulos, aunque la haya tenido indirecta, y nada desdeñable, por sus doctrinas tal como las había expuesto en sus discursos y en los periódicos dirigidos por él. Cuando las jornadas de Julio, se había destacado en el partido republicano por su espíritu revolucionario y por su disposición constante a la acción directa. Activista por encima de todo, tenía un respeto relativo por la idea en sí porque consideraba la fuerza como el elemento práctico por excelencia de toda revolución social. Para BLANQUI LA DEMOCRACIA debe ser integral, y no puede serlo por intermedio de la dictadura revolucionaria, es decir, por la fuerza y por el terror. Tal dictadura, no hay que prepararla con teorías económicas porque es ridículo pensar que la sociedad se resuelva por sí sola en el sentido de un régimen proletariado, y porque las conquistas no podrán tener lugar antes que el Estado burgués sea completamente destruido por la INSURRECCIÓN, no de las masas que, según él, no son dinámicamente revolucionarias, sino grupos reducidos pero decididos a la acción directa. Y, en su obra escrita, pero extensa, se nota como en la de BABEUF la ambición de transformarse en el dictador del proletariado, en el regenerador de la sociedad. Las doctrinas, por lo demás, son las mismas. Escribe: “…la igualdad no es el reparto agrario. El parcelamiento infinito del suelo no cambiaría nada, en el fondo, al derecho de propiedad. La riqueza proveniente de la posesión del instrumento de trabajo más que del trabajo mismo, esta especie de explotación que quedase en pie, sabría muy pronto, por la reconstrucción de las grandes fortunas, restaurar la desigualdad social”. Y prosigue BLANQUI: “Todo progreso es una conquista, todo regreso una derrota del comunismo: su desarrollo es el desarrollo mismo de la civilización. Se acusa al comunismo de sacrificar al individuo y negar la libertad. Evidentemente, si el comunismo naciese con el fórceps antes de tiempo, este triste aborto inspiraría horror. Pero debe ser hijo de la ciencia; ¿quién se atrevería a acusar al hijo de tal madre? Por otra parte ¿dónde están las pruebas que sostienen tal acusación? Es un insulto gratuito ya que el acusado no nació todavía. Y ¿en nombre de quién se formula esta arrogante acusación? ¿En nombre del individualismo que, desde miles de años, asesina permanentemente a la libertad y al individuo? ¿Cuántos son los individuos de nuestra especie que no han sido hechos, en su honor, ilotas y víctimas? Uno sobre diez mil quizá. ¡Diez mil víctimas por un verdugo! ¡Diez mil esclavos por un tirano! Veo la siniestra emboscada que se disimula tras una definición. LA OLIGARQUÍA, acaso, ¿no se llama a sí misma DEMOCRACIA? ¡y el perjurio honestidad? ¿y la matanza moderación?
La LIBERTAD que se levanta contra el comunismo, nosotros la conocemos: ES LA LIBERTAD DE ESCLAVIZAR A LOS DEMÁS, LA LIBERTAD DE EXPLOTAR…ESTA LIBERTAD, EL PUEBLO LA LLAMA OPRESIÓN Y DELITO Y YA NO QUIERE ALIMENTARLA CON SU CARNE Y CON SU SANGRE” (Critique sociale). (Véase: ALBERTO FALCIONELLI, El camino de la revolución De BABEUF A MAO TSË – TUNG. Editorial Nuevo Orden, Buenos Aires, 1965, p. 168-171).
La conquista revolucionaria del poder político pertenece, pues, según BLANQUI, a la acción enérgica de una minoría educada revolucionariamente, “La insurrección es una tarea práctica que exige una técnica que hay que conocer”…resuelta, audaz, disciplinada, que con un golpe de fuerza de fuerza arrastrará a las masas: “Hay que repetirlo otra vez: la condición sine qua non de la HISTORIA está en la ORGANIZACIÓN, EN EL ORDEN Y LA DISCIPLINA.
Antes de buscar los verdaderos móviles de la mistificación marxista, leninista, maoísta, erpio-perretista, de la revista nº 11 “LUCHA ARMADA EN LA ARGENTINA” y sus escritores, era necesario señalar cuántas diferencias de doctrina y de táctica oponen a MARX y BLANQUI y a qué clase de juegos y malabares se encontró el primero, para explotar en su provecho exclusivo un levantamiento que, lejos de constituir en sí una base de aplicación del marxismo, no es sino su negación más clamorosa. Era necesario señalarlo porque, como escribe LISSAGARAY en su Histoire de la Commune de 1871: QUIEN CUENTA AL PUEBLO FALSAS HISTORIAS DE REVOLUCIÓN O LO ENGAÑA, A PROPÓSITO O SIN SABERLO, CON DITIRAMBOS HISTÓRICOS, ES TAN CULPABLE COMO EL GEÓGRAFO QUE ENTREGA MAPAS FALSOS A LOS NAVEGANTES”. (FALCIONELLI, A. op. Cit. p. 174). 


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