jueves, abril 15, 2010

* II. VIRTUDES FAMILIARES ROMANAS* *(Continuación)*


1. Prima officia debentur diis inmortalibus, secunda patriae, tertia parentibus, deinceps gratatim reliquis. (CICERO, de Offic. I, 160)

La religión romana fue esencialmente doméstica y así también, la moral. La religión no decía al hombre, mostrándole a otro hombre: ¡He aquí tu hermano! Le decía, por el contrario: ¡He aquí a un extraño que tiene un culto distinto del tuyo. He aquí a un enemigo!

Editó: Lic. Gabriel Pautasso


 En ese ambiente de religiosidad, el hogar de la casa toma el epíteto de casto y se cree que recomienda a los hombres la castidad; ningún acto marital o moralmente impuro puede ser cometido frente a él.
Las primeras ideas de culpa, de castigos, de expiación parecen ser consecuencia de esta creencia.
El hombre que se siente culpable no puede ya acercarse al propio hogar: los propios MANES lo rechazan; para que pueda reanudar el culto es preciso que se purifique mediante una ceremonia expiatoria.
La moral familiar romana hace en primer término obligatorio el matrimonio, et quidem, el matrimonio religioso, él único que produce una unión sagrada e indisoluble.
La moral prescribe asimismo la pureza de la familia.
Luego, el más grave delito es el adulterio, que turba el orden de los nacimientos, que profana el culto, que mancha el hogar, rompe la serie de los descendientes.
El marido condena a MUERTE a la esposa adúltera: no tiene ni el derecho de perdonar; está obligado por lo menos a repudiarla.
La misma moral dice a la esposa que debe obedecer, al marido que debe mandar; a ambos, que se deben mutuo respeto.
La mujer tiene la obligación de cuidar del hogar, para que no se apague, para que no sea mancillado: la presencia de la mujer es tan necesaria en el sacrificio, que el flamen Dialis pierde su sacerdocio si queda viudo.
Los antiguos daban a las VIRTUDES FAMILIARES el nombre PIEDAD: la obediencia del hijo al padre, el amor a la madre eran PIEDAD, pietas erga parentes; el afecto del padre hacia el hijo, la ternura materna  eran PIEDAD, PIETAS ERGA LIBEROS.  
Y después de la piedad, LA VIRTUS, o sea el valor, la hombría. Desde los primeros años el niño romano sabe que dos cosas han hecho a ROMA grande entre las naciones: PIETAS et VIRTUS;  sabe que estas dos palabras deben ser como los faros  luminosos que marcan el rumbo de su vida.
PIETAS es respeto a los dioses, amor a los padres, a la patria, o sea a la casa (domus), la obediencia a las leyes.
VIRTUS ES VALOR, fuerza contra la desgracia, firmeza, paciencia en el trabajo, prudencia, sencillez en las costumbres.
En cuanto a la mujer se refiere, puede decirse que ROMA no debió menos a la virtud de sus matronas que a la sabiduría de sus legisladores o al valor de sus guerreros.
La castidad de LUCRECIA, la inocencia de VIRGINIA hicieron que ROMA, dos veces dominada por los TARQUINOS y por los decenviros, tuviera ocasión de libertarse; los ruegos de una esposa y de una madre pudieron únicamente doblegar a CORIOLANO y salvar a la República; las atinadas  sugestiones de una esposa ambiciosa supieron inspirar a LICINIO STOLÓN la ley célebre que consagró el triunfo de la democracia romana, y los dos GRACOS fueron formados y guiados por los consejos de la madre.
Las heroínas romanas jamás han sido, como en Grecia, cortesanas. Fueron siempre vírgenes puras, esposas fieles, viudas austeras. No importa que muchos relatos acerca de ellas sean legendarios: en las mismas leyendas se ve la expresión y el testimonio del respeto y la veneración con que los antiguos romanos rodeaban a sus hijas, esposas y madres, para quienes, como dice el filósofo SENECA,  EL LIBERTINAJE NO ERA VICIO, SINO UNA MONSTRUOSIDAD.

2. Pietate adversus deos sublata, FIDES etiam, et societatis humani generis, et, excelllentissima virtus, justicia tollitur. (CICERO, De Nat. Deor., I, 4).


DIARIO PAMPERO Cordubensis e INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, 1 de abril del Año del Señor de 2010. Semana Santo  de 2010. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARO! ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! Gratias agamus Domino Deo nostro! gspp. *


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