domingo, enero 03, 2010

Quaestio disputata: Gramsci, la iglesia y el catolicismo

Escribió el recordado Padre Leonardo Castellani:
Todo el ser lo recibimos
De la madre antigua y sabia;
Mi labio a nadie agravia
Si digo esta frase fiel:
Nos vino Don Juan Manuel
Y nos vino Rivadavia.


Por Gabriel S. Pautasso

Para la teología de la liberación el cofundador del partido del partido comunista italiano y estratega marxista-leninista de la LUCHA CULTURAL (no la lucha armada), ANTONIO GRAMSCI, es un modelo reconocido expresamente. “Pero para quienes vivimos en plena lucha cultural por motivos vocacionales, ANTONIO GRAMSCI es una referencia permanente – desde el campo contrario, que él trato de minar y destruir – hasta el punto que lo realmente difícil es resumir”, lo señala D. RICARDO DE LA CIERVA. (Ricardo de la Cierva, “Oscura rebelión en la Iglesia. Jesuitas, teología de la liberación, marianistas y socialistas: la denuncia definitiva”. 1987, 790 p.).

EL LENIN DE OCCIDENTE

En la excelente ANTOLOGÍA de GRAMSCI, presentada en España por MANUEL SACRISTÁN , Siglo XXI, 1974; en la síntesis de JACQUES TEIXER, Gramsci, editorial Grijalbo, 1976 – de J. TEIXIER, “GRAMSCI, teórico de las superestructuras, México, 1975 y ANTONIO GRAMSCI, “CUADERNOS DE LA CÁRCEL”, edición crítica del Instituto Gramsci a cargo de VALENTINO GERRATANA, 4 vol. México, 1975; para el problema religioso-cultural en GRAMSCI, dentro del segundo volumen Sobre la religión, preparado por los teólogos marxistas de la liberación R. MATE y H. ASSMANN, Ed. Sígueme, 1975 y HUGUES PORTELLI, Una sociología marxista de la religión, “GRAMSCI y la cuestión religiosa”, Barcelona, 1974, puede encontrar el lector una seria introducción al pensamiento de ANTONIO GRAMSCI y una guía certera para el contacto directo de primera mano con las obras principales, que en su su gran mayoría emanaron de su período de la cárcel y fueron editadas en Italia después de la victoria de los Aliados y la caída de BENITO MUSSOLINI en la Segunda Guerra Mundial.
Los años de lucha política dieron a GRAMSCI una honda experiencia que profundizó y depuró durante sus largos años de meditación en la cárcel (1926-1937).
GRAMSCI FUE UN PENSADOR y un notable POLÍTICO en activo., aunque se ha exagerado sus posiciones críticas respecto el marxismo en general y respeto del marxismo soviético de la era LENIN-STALIN en particular. LENIN admitía una relativa posibilidad de discrepancia dentro de la comunión en la ortodoxia dogmática marxista del poder, pero la mayor parte del itinerario político-intelectual de GRAMSCI se vivió durante la época de STALIN (1924-1952), que no impulsaba precisamente el diálogo crítico entre sus subordinados, y GRAMSCI, en su última etapa de libertad, era el dirigente comunista y el hombre de STALIN en Europa. Se ha dicho que GRAMSCI fue el hombre de STALIN en Italia, y uno de los hombres de GRAMSCI en Europa. Se dicho que GRAMSCI fue el LENIN italiano y es verdad, pero incompleta; desde la perspectiva de estos cincuenta años (1937-1987) vemos que GRAMSCI fue el LENIN DE OCCIDENTE. Ningún otro pensador comunista – que por lo general se han limitado al servilismo más o menos disimulado respecto del PCUS, incluso cuando cultivan falsas disidencias como esa falsa opción del eurocomunismo, que siempre se detiene ante la OBEDIENCIA estratégica – merece precisamente el calificativo de estratega como ANTONIO GRAMSCI. Ninguno ha desarrollado de forma de forma tan vigorosa, y en algunos aspectos tan original, la doctrina o teoría expansiva del leninismo para la INFILTRACIÓN y la conquista de las sociedades occidentales como el enfermo crónico y penetrante intelectual encarcelado por su antiguo socialista BENITO MUSSOLINI, y es que de las antiguas amistades socialistas pueden brotar andando los años sorpresas detonantes. Los propios idólatras de GRAMSCI se quejan, con razón, de que sus correligionarios socialistas y comunistas han tergiversado muchas su pensamiento, como por ejemplo el propio PALMIRO TOGLIATTI, y tienen mucha razón. Pero exaltan indebidamente la plena originalidad de GRAMSCI, que tampoco conviene exagerar. GRAMSCI captó profundamente, el MENSAJE ESTRATÉGICO de LENIN para la formulación de la Filosofía de la Praxis = marxismo y en concreto para montar la SUBVERSIÓN DENTRO DE LA IGLESIA a través de una singular adaptación de la LUCHA DE CLASES. GRAMSCI profundizó con la misma fuerza que MAO TSÉ-tung y antes que él, en las virtualidades del marxismo para la impregnación cultural de las sociedades tradicionales, antitradicionales. En este DOBLE FRENTE, religioso (es decir, anti-religioso) y CULTURAL, están a la vez la originalidad y dependencia de GRAMSCI respecto de LENIN.

LA PRAXIS=MARXISMO.

En cambio, y pese a las pretensiones de los idólatras gramscianos, no parece nada claro la originalidad de GRAMCSI en el campo de la filosofía marxista, y menos en el campo abierto de la filosofía contemporánea. LA MÁXIMA CONTRIBUCIÓN DE GRAMSCI a la filosofía marxista es, si creemos a sus exegetas, la famosa FILOSOFÍA DE LA PRAXIS que seguramente es una expresión con la que trataba de encubrir la excesiva repetición del término marxismo ante sus censores carcelarios. Es decir, que para GRAMSCI Praxis (concepto ya bien desarrollado por MARX), encubría al término marxismo; para no queden dudas, GRAMSCI insiste a fondo en la plena identificación de teoría y praxis, que más o menos podríamos equiparar, en el contexto gramsciano, con las ideas de ESTRATEGIA y de TÁCTICA REVOLUCIONARIA. (Se puede ver, por ejemplo, Il materialismo storico, l966, - págs. 38-39 por Ricardo De la Cierva, op. Cit., p. 285). GRAMSCI asumió expresamente la restricción filosófica fundamental de B. CROCE: “La filosofía es la metodología de la historiografía”; para sacar a la filosofía de las nubes metafísicas e identificarla con el mundo de lo CONCRETO, de lo real…, es decir, de lo POLÍTICO y lo REVOLUCIONARIO, que eran la vida de GRAMSCI.
Del mismo modo cabe hablar del permisivismo moral (con su crítica de la “REPRESIÓN”), del espontaneísmo pedagógico (con el abandonado de los “métodos coercitivos”), del progresismo religioso (con las diversas acusaciones dirigidas contra la “Iglesia Institucional”), del antijuridicismo…Son todas ellas figuras que actúan como máquina limpianieve del marxismo, en cuanto que favorecen la disgregación de una visión DIALÉCTICA de la Cultura. (FLAVIO CAPUCCI, “Cuadernos de la Cárcel”, Crítica Filosófica, 1978, p. 176).
GRAMSCI lo sabía; por eso – en relación a la fe cristiana – se propuso, sobre todo, DESCOMPONERLA DESDE DENTRO.
Lo confirma con “La estructura y las superestructuras forman un bloque histórico; es decir, el conjunto complejo, contradictorio y discorde de las superestructuras es el reflejo del conjunto de las relaciones de producción. Se sigue de esto: que sólo un sistema de ideologías totalitario refleja racionalmente la contradicción de la estructura y representa la existencia de las condiciones objetivas para la inversión de la praxis”.
Por ello, siguiendo a HUGUES PORTELLI decimos: La Reforma marxista. El marxismo aparece como la Reforma moderna. Se opone directamente a la religión católica. Mientras que la política constante de la Iglesia fue la de mantener las masas en su bajo nivel cultural, el marxismo vuelve al propósito inicial del protestantismo; a elevar progresivamente el nivel de las masas hasta el de los intelectuales:

“La posición de la filosofía de la praxis (marxismo) es antitética de la católica; la filosofía de la praxis no pretende mantener a los “sencillos” en su filosofía primitiva del sentido común, sino por el contrario, llevarlos a una concepción de la vida. Si afirma la exigencia del contacto entre intelectuales y sencillos, no es para limitar la actividad científica y para mantener una unidad en el bajo nivel de las masas, sino precisamente para construir un bloqueo intelectual-moral que haga políticamente posible el progreso intelectual de las masas y no simplemente de raquíticos grupos intelectuales”. Materialismo Histórico, 30. op. Cit. p. 219.

Partimos de la esencia atea del marxismo. La hipótesis típica del progresismo católico – que el ateísmo se puede separar del gramscismo y que el eurocomunismo abra finalmente el camino para un encuentro de comunistas y católicos, que lleva a la realización plena de las respectivas posiciones – se ha manifestado con ese doble equívoco original: uno en la interpretación de la fe.
En cuanto inmanentismo radical, el marxismo encuentra en el ateísmo su primer y propio rasgo, el principio constitutivo tanto ideológico como filosóficamente. Es decir, el ateísmo no es una consecuencia del materialismo, sino un presupuesto de ese historicismo al que GRAMSCI recurre para completar el círculo del subjetivismo moderno. GRAMSCI ha visto siempre en la religión el principal adversario de la ideología marxista. Y ha visto que la creencia que la religión suscita en el pueblo (existencia de Dios, posición de la raíz del pecado y del mal en el individuo y, por tanto, necesidad de la ascesis y del sacrificio, doctrina de la inmortalidad del alma y de los Novísimos, existencia de normas objetivas y universales) son obstáculos para prevalecer del marxismo. En filosofía el adversario es la metafísica, en cuanto la teología la utiliza para ilustrar la racionalidad del credo religioso.

Se sabe, por ejemplo, que el Partido Comunista Italiano, cuya inspiración gramsciana es clara y está en la base de su enorme éxito político, ha teorizado el así llamado compromiso histórico, es decir, la COLABORACIÓN (¿frente del algodón?) DE CATÓLICOS Y COMUNISTAS EN EL GOBIERNO. Se trata de mostrar cómo esa teoría no desmiente, sino que la confirma, lo que se ha dicho aquí sobre la estrategia comunista y sobre la “impensabilidad” de un marxismo pluralista; y se trata de mostrarlo reconstruyendo la política que – según GRAMSCI – los comunistas han de seguir respecto a los católicos.
El comunismo entra inevitablemente en pugna con el catolicismo, en cuanto que éste es el elemento constitutivo de la actual HEGEMONÍA CULTURAL; por eso el marxismo ideológico es antes que nada ANTITEÍSTA, mientras que, hablando con rigor, para la filosofía marxista el problema de Dios ni siquiera existe, es insignificante (ATEÍSMO PRÁCTICO DEL INMANENTISMO MODERNO). En la ideología, la religión es todavía el primer adversario; la maduración de la conciencia de la contradicción en las masas proletarias, tarea de la ideología, encuentra por tanto ahí su ámbito primario. Se trata de desligar al al proletariado católico de la religión, mediante el recurso a la DENUNCIA IDEOLÓGICA. Se trata de desvelar – con una crítica que no ahorre el ataque a ningún punto de la fe – que esa fe es un instrumento de PODER en manos de la clase dominante. Se trata de forzar a que las masas estén contra la Jerarquía eclesiástica.
En otras palabras: es preciso reproducir en el interior de la Iglesia la DIALÉCTICA POLÍTICA DE LA OPOSICIÓN DE LAS CLASES. Pero como esa acción se encuentra en un país de tradición católica, es claro que eso deberá hacerse gradualmente, según que empezará crear esa oposición, se puede tolerar que, en la primera fase, la CONCIENCIA DE LA OPOSICIÓN no sólo no pierda su carácter religioso, SINO QUE INCLUSO LO ACENTÚE, cualificándose como un movimiento de retorno a las fuentes genuinas, mediante la liberación de las superestructuras institucionales que hasta ahora la han sofocado.
Esos son los dos momentos de la estrategia: VACIAR LA FE RELIGIOSA DE TODOS ELEMENTOS TRASCENDENTES PARA CONJURARLA EN TÉRMINOS POLÍTICOS; después, INTRODUCCIÓN DE LA LUCHA DE CLASES EN LA VIDA ECLESIAL. Esta estrategia puede ser descrito así, usando unos términos más atrayentes: LOS COMUNISTAS COLABORAN DE BUENA GANA EN EL PROCESO DE POPULARIZACIÓN DE LA RELIGIÓN y miran con simpatía todos los movimientos antinstitucionales, por ejemplo, del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (1965). Y una vez quedado vaciada la conciencia religiosa de sus elementos propios, será asumida íntegramente por la conciencia política. Esta prevalecerá sobre aquélla y la derrocará.

EL GRAN TEÓRICO DE LA LUCHA CULTURAL

La preocupación de GRAMSCI por el mundo de la cultura, que justamente se señala como una de sus características esenciales, es bien temprana; su artículo célebre Socialismo y Cultura es anterior al período del Partido Comunismo, sino del Partido Socialista, y fue publicado el 21 de enero de 1916. Y dice: “TODA REVOLUCIÓN ha sido precedida por un trabajo de crítica, de penetración cultural, de permeación de ideas a través de agregados humanos, al principio refractarios y sólo atentos a resolver día a día, hora por hora y para ellos mismos, su problema económico y político”. Cita GRAMSCI el gran ejemplo de la Revolución francesa, preparada culturalmente por el movimiento de la Ilustración, y concluye que “las bayonetas del Ejército de NAPOLEÓN encontraron el camino ya allanado por un ejército invisible de LIBROS, de OPÚSCULOS derramados desde París a partir de la primera mitad del siglo XVIII y que habían preparado a los hombres y las instituciones para la necesaria renovación”. Y ahora, “el mismo fenómeno se repite hoy para el socialismo. La conciencia unitaria del proletariado se ha formado o se está formando a través de la CRÍTICA de la sociedad capitalista, y crítica quiere decir cultura”. (Socialismo y Cultura, SACRISTÁN, p. 14-17).

Y si se puede hablar, de dos GRAMSCI – el de Ordine Nuovo y el de los Cuadernos de la Cárcel – Quaderni - , tenemos que hacer notar que su postura respecto al catolicismo es el rasgo que permanece rigurosamente inmutable en los dos momentos. De hecho la primera categoría de su pensamiento es la de “modernidad”, como exclusión de referencia a cualquier realidad trascendente.
VEAMOS de hecho lo que escribe al día siguiente de la fundación del Partido Popular (en ORDINE NUOVO, 1º de noviembre de 1919):
“EL Catolicismo vuelve a aparecer a la luz de la historia, pero, ¡cómo ha sido modificado, cómo se ha “reformado”! El espíritu se ha hecho carne, y carne corruptible como las formas humanas, sometida a las mismas leyes históricas de desarrollo y de superación que resultan inmanentes a las instituciones humanas.
El catolicismo que se encarnaba en una cerrada y rígidamente estrecha jerarquía que irradiaba desde las alturas, dominadora absoluta e incontrolada de las muchedumbres fieles, llega a ser la muchedumbre misma, se convierte en emanación de la muchedumbre, encarna su suerte en los buenos y en los malos logros de la acción política y económica de hombres que prometen bienes terrenos, que quieren conducir a la felicidad terrena y no sólo y exclusivamente a la ciudad de Dios. El catolicismo entra de esta forma en competencia, no ya con el liberalismo, no ya con el Estado laico; comienza a competir con el socialismo, se dirige a las masas como el socialismo, y será vencido por el socialismo, será definitivamente expulsado de la historia por el socialismo (…). El catolicismo democrático hace lo que el socialismo no podría hacer: amalgama, ordena, vivifica y se suicida. Asumida una forma, convertido en una potencia real, estas gentes se funden con las masas socialistas conscientes, llegan a ser su prolongación normal. Lo que habría resultado imposible para los individuos, se hace posible para las amplias formaciones. Convertidos en sociedad, adquirida la conciencia de su forma real, estos individuos comprenderán la superioridad del lema socialista: LA EMANACIÓN del PROLETARIADO SERÁ OBRA DEL MISMO PROLETARIADO. Y querrán actuar por sí mismo y desarrollarán ellos mismos sus propias fuerzas y no querrán ya intermediadores, no desearán ya pastores con autoridad, sino que aprenderán a moverse por propio impulso. SE CONVERTIRÁN EN HOMBRES, EN EL SENTIDO MODERNO DE LA PALABRA, HOMBRES QUE EXTRAEN DE LA PROPIA CONCIENCIA LOS PRINCIPIOS DE SU ACCIÓN, HOMBRES QUE ROMPEN LOS ÍDOLOS, QUE DECAPITAN A DIOS”. (Augusto del Noce, “Italia y el eurocomunismo: UNA ESTRATEGIA PARA OCCIDENTE”, 1975, p. 59 a 61).

GRAMSCI concibe la LUCHA CULTURAL como medio de penetración del socialismo marxista en todas las capas del tejido social. Por dos caminos: la creación de una cultura de clase, una subcultura cerrada propia del proletariado, que debe generar sus propios ámbitos culturales en sus propios ambientes, en los barrios y en la calle; y como esto le parece muy insuficiente, señala entonces el objetivo global revolucionario de apoderarse de los medios culturales propios de la sociedad libre, gracias a una campaña general de captación, aunque sea forzada, de los que llama INTELECTUALES TRADICIONALES para incorporables al esquema de penetración revolucionaria a través de la lucha de partido (el Partido Comunista), convertidos ya en INTELECTUALES ORGÁNICOS (tentáculos del partido comunista concebido como maquinaria colectiva de producción e imposición cultural), y portavoces y orientadores de la revolución en el seno de la sociedad civil. (ANTONIO GRAMSCI, “Introducción a la filosofía de la praxis”, 1976, p. 18-19).

Hasta que en medio de este proyecto se encuentra GRAMSCI con una institución secular que tiene ya tiene montado desde siempre su esquema de penetración en la sociedad y sistema de auténticos intelectuales orgánicos: LA IGLESIA CATÓLICA. Identifica la lucha cultural revolucionaria con la lucha contra la IGLESIA, a quien los comunistas deben despojar de su influencia cultural en la sociedad para subvertirla y sustituirla ente la sociedad. Es la secularización revolucionaria y cultural DE LA SOCIEDAD CRISTIANA DE OCCIDENTE, el gran objetivo a que GRAMSCI dedicó el resto de su vida. Su gran legado revolucionario para la segunda mitad del siglo, Y CONTINÚA EN EL SIGLO XXI.

GRAMSCI propone la revolución de la iglesia

Para ello GRAMSCI adopta la máxima de CARLO S MARX – clave inicial y dialéctica del marxismo – sobre la religión como opio del pueblo, y denomina al cristianismo jesuítico, es decir, al cristianismo articulado intelectualmente por los jesuitas de entonces, en torno al Pontificado romano, como “puro narcótico para las masas populars”” (expresión de El sentido común, la religión y la filosofía, p. 514 de MATE-ASSMANN). El texto capital y clave figura unas páginas más arriba: “LA FUERZA DE LAS RELIGIONES, y especialmente de la Iglesia Católica, ha consistido en que asistan enérgicamente la necesidad de la unión doctrinal de toda la masa religiosa Y LUCHAN PARA QUE LOS ESTRATOS INTELECTUALES SUPERIORES NO SE SEPAREN DE LOS INFERIORES.
La Iglesia Romana ha sido siempre la más tenaz en la lucha para impedir que se formen oficialmente DOS RELIGIONES, la de los INTELECTUALES y la de las ALMAS SENCILLAS…, esto pone más de relieve la capacidad organizativa del clero en la esfera de la cultura y la relación abstractamente racional y justa que la Iglesia ha sabido establecer en su ámbito entre los intelectuales y las gentes sencillas, del pueblo bajo. LOS JESUITAS han sido, indudablemente, los principales artífices de este equilibrio”
El enfoque gramsciano considera a la Iglesia Católica exclusivamente como una institución de poder ; para nada tiene en cuenta su origen y su dimensión espiritual. GRAMSCI sigue en este campo, como en todos, la dogmática marciana de la alienación, en forma grosera.
LA TEORÍA-PRAXIS, es decir, la estrategia gramsciana, en este terreno parece muy clara: PARA SUBVERTIR CULTURALMENTE A LA IGLESIA CATÓLICA hay que desvirtuar y reconvertir previamente a su principal bastión para la DEFENSA CULTURAL, LA COMPAÑÍA DE JESÚS. De ello nacieron, en el ámbito del Concilio Vaticano II 1962-1965, los movimientos de liberación en el seno de la Iglesia y muy especialmente la teología de la liberación, que algunos se obstinan aún en no considerar como una línea estratégica capital del marxismo.

LA ESTRATEGIA DE GRAMSCI, HIC et NUNC.

Una vez establecidas las líneas directrices de la estrategia revolucionaria CULTURAL, y montada la sustitución cultural de la Iglesia en el seno de las masas occidentales, la estrategia gramsciana se concentra en el trabajo de la EDUCACIÓN y la PROPAGANDA. Sobre los textos de GRAMSCI resumen GRISSONI y MAGGIORI (Leer a Gramsci, 1973, p. 144): “LA FASE DE ELABORACIÓN DE LA NUEVA CULTURA corresponde, pues, a la educación de las masas…sobre todo por un intenso trabajo de propaganda-educación. POR ESTA RAZÓN LA LUCHA POR LA CONQUISTA DE LA SOCIEDAD CIVIL ES UNA *LUCHA ARMADA* QUE APUNTA A APODERARSE, UNO TRAS OTRO, DE LOS INSTRUMENTOS DE DIFUSIÓN DE LA IDEOLOGÍA (= ESCUELAS, PRENSA O MASS MEDIA, CASAS EDITORIALES) y de las productores de ideología: LOS INTELECTUALES.

A LOS SETENTA Y DOS DE SU MUERTE, ANTONIO GRAMSCI, a quien hemos recordado, con este artículo, con sus mismas armas, el tributo de una admiración implacable, sigue vivo entre nosotros. Algunos no aceptaremos jamás su invasor concepto de la HEGEMONÍA.

Que vivimos en la Argentina bajo una ley educativa básica, DE CORTE GRAMSCIANO PURO; que estamos sometidos en la Universidad, sino a una subversión gramsciana sistemática que se revela cada vez en la metódica selección socialista de presidentes y secretarios permanentes, e inalterables para algunos tribunales de cátedras universitarias; que sufrimos una impregnación gramsciana del sistema judicial jamás conseguida por los marxistas en Italia, la patria de GRAMSCI; que denunciamos, sin demasiado efecto en la Iglesia Católica, una infiltración ya cuajada de los hombres y de las ideas de GRAMSCI en las estructuras y en los medios de la Iglesia, por virtud de falso pluralismo que la Iglesia admite en esos medios mientras los rechaza, con toda razón, en su sistema de enseñanza . Lo más sangriento es que en nombre del pluralismo y so pretexto cultural, importantes medios sociales de la falsa derecha cooperan con los discípulos españoles de GRAMSCI en la constante ampliación y profundización de la red intelectual y cultural orgánica del marxismo en la sociedad argentina y española.

En DIARIO Ordine nuovo, en el artículo sobre “El partido comunista” de Escritos periodísticos 1919-1920, hallamos una verdadera proclama revolucionaria, UN MANIFIESTO COMUNISTA gramsciano, que dice:
“El Partido Comunista es, en el período actual, la única institución que puede seriamente compararse a las comunidades religiosas del cristianismo primitivo; dentro de los límites en los que el partido existe ya, a escala internacional, puede intentarse un parangón y establecerse una serie de juicios entre los militantes de la ciudad de Dios y los militantes de la ciudad del Hombre; el comunista ciertamente no es inferior al cristiano de las catacumbas. ¡Al contrario!, el fin inefable que el cristianismo proponía a sus seguidores es, por su misterio sugestivo, una plena justificación del heroísmo, de la sed de martirio, de la santidad; no es necesario que entren en juego las grandes fuerzas humanas del carácter y de la voluntad para suscitar el espíritu de sacrificio de quien cree en el premio del cielo y en la eterna felicidad. El obrero comunista, que semanas, meses, años, desinteresadamente, después de ocho horas de trabajo en la fábrica, trabaja otras ocho horas para el partido, para sindicato, para la cooperativa, es desde el punto de vista de la historia del hombre más grande que el esclavo y que el artesano que desafiada cualquier peligro para trasladarse a la reunión clandestina de la oración. Del mismo modo, ROSA LUXEMBURGO y CARLOS LIEBKNECHT son más grandes que los más grandes santos de Cristo. Precisamente porque la finalidad de su militancia es concreta, humana, limitada, los luchadores de la clase obrera son más grandes que los luchadores de Dios: las fuerzas morales que sostienen la voluntad de ellos son más desmesuradas cuanto más definido es el fin propuesto a la voluntad. ¿Qué fuerza de expansión podrán adquirir los sentimientos del obrero que doblado sobre la máquina repite por ocho horas al día el gesto profesional, monótono como el desgranarse de un círculo cerrado de un rosario de oraciones cuando él sea dominador, cuando él sea la medida de los valores sociales? Este milagro del obrero que cotidianamente conquista sobre propia autonomía y su propia libertad de construir en la esfera de las ideas, luchando contra el cansancio, contra el aburrimiento, contra la monotonía del gesto que tiende a mecanizar y por lo tanto a matar la línea interior, este milagro se organiza en el partido comunista, en la voluntad de lucha y de creación revolucionaria que se expresa en el partido comunista”.

Diario Pampero Cordubensis nº 64
Instituto Eremita Urbanus del 30 de diciembre del Año del Señor de 2009, Día VIº de la Infraoctava de Navidad.
Sopla el Pampero. ¡Viva la Patria!
¡Laus Deo Trinitario! ¡Viva Hispanoamérica!
GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO!

gabrielsppautasso@yahoo.com.ar

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