domingo, agosto 23, 2009

La batalla decisiva

La ofensiva de las Ardenas (Bélgica) había sido el canto de cisne de la Wehrnacht. Obligado a retroceder hasta el punto de partida por el contraataque Aliado, VON RUNDSTEDT logró lo que parecía imposible: evitar el cerco de los 300.000 supervivientes de la ofensiva de la ofensiva, replegándose a través de un pasillo de veinte kilómetros de anchura existente entre las fuerzas británicas al norte y los norteamericanos al sur. Los alemanes habían sufrido 90.000 bajas.

Los Aliados no habían salido mejor librados (8.000 muertos, 21.000 desaparecidos y 45.000 heridos), pero sus reservas eran infinitamente superiores y les bastó una semana para reorganizar sus fuerzas y desencadenar la gran ofensiva destinada a terminar la guerra en el Oeste. La primera fase de la ofensiva, iniciada el 8 de febrero de 1945, tenía como objetivo la ocupación de la orilla izquierda del Rin. Los alemanes ofrecieron una encarnizada resistencia, que se prolongó durante todo el mes de febrero, con la ayuda del mal tiempo que impidió la actuación a fondo de la aviación Aliada y dificultó el avance de los tanques. De todos modos, los progresos de los ejércitos anglo-norteamericanos fueron lentos pero ininterrumpidos. El 2 de marzo, los norteamericanos alcanzaban el Rin cerca de Neuss, a la altura de Dusseldorf. El 6, elementos del Primer Ejército norteamericano entraban en Colonia. Más al sur, el III Ejército de PATTON ocupó Tréveris, para lanzarse hacia delante rápidamente a lo largo del Mosela, en dirección al Rin. El frente alemán al oeste del río se había hundido.

HITLER había ordenado que, si el enemigo llegaba al Rin, no debía encontrar ningún puente intacto delante de él. Pero el rápido avance del IX Ejército norteamericano le permitió ocupar el puente de Remagen, de 300 metros de longitud, antes de que los alemanes pudieran volarlo. Y si bien posteriormente lograron destruirlo con la artillería, ya era demasiado tarde, puesto que había sido cruzado por cinco divisiones, con todo su material, que establecieron una sólida cabeza de puente en la orilla oriental. En la noche del 22 al 23 de marzo, los blindados de PATTON cruzaron el Rin en Oppenheim, al sur de Maguncia.
Las tropas alemanas,, atrincheras en el triángulo Mosela-Línea Sigfrido- Rin quedaron cercadas y se rindieron por regimientos enteros. El 25 de marzo sólo quedaban algunas unidades alemanas cercadas al oeste del gran Río. Aquel mismo día, WINSTON CHURCHILL realizó una visita a las tropas en la orilla derecha del Rin, lo cual demuestra hasta qué punto estaban seguros de sí mismos los Aliados en aquel sector. El 11 de abril, el IX Ejército norteamericano alcanzó el Elba al norte de Magdeburgo, después de recorrer 240 kilómetros en doce días. Leipzig se encontraba bajo el fuego de los cañones de HODGES. PATTON había tomado Erfurt, Weimar y Jena; su ala izquierda se acercaba a Chemnitz; su ala derecha había atravesado Bayreuth y avanzaba hacia la frontera checa. Un Cuerpo de Ejército francés marchaba sobre Stuttgart…

Entretanto, el frente del Este (con Rusia) no había permanecido inactivo. Casi coincidiendo con la ofensiva alemana de las Ardenas, los Ejércitos soviéticos habían vuelto a ponerse en marcha desde la cabecera de puente del Vístula, avanzando hacia las fronteras del Reich. En una primera embestida, del 12 al 17 de enero de 1945, arrollaron la principal línea defensiva alemana sobre el Vístula, desde Medin al norte hasta Cracovia al sur, con Czestochowa: Virgen negra, y Tomaszow-Mazowiechi como puntas de lanza en el centro. Sin tomarse un respiro, las fuerzas de los mariscales ZUKOV y KONEV, protegidas en los flancos por el Segundo Frente de Rusia Blanca (ROKOSSOVSKY) y el Cuarto Frente Ucraniano (PETROV), aceleraron su progresión hacia el Oder, persiguiendo a los alemanes con una rapidez excepcional, cercando a numerosas unidades en retirada. El Alto Mando soviético había asimilado a la perfección la técnica de organizar una técnica con potentes una ofensiva con potentes ejércitos mecanizados. El 19 de mayo, el ala derecha del Primer Frente Ucraniano penetraba en territorio alemán, y el 25 de las unidades rusas habían establecido ya numerosas cabezas de puente en la orilla occidental del Oder. En el flanco izquierdo, PETROV había desbordado por el norte a los alemanes en Silesia, obligándoles a replegarse precipitadamente. El 28 de enero, los rusos ocuparon la ciudad de Katowice, y al día siguiente caía en su poder la zona industrial de Silesia.

A primeros de febrero, pues, los ejércitos soviéticos habían infligido un severo correctivo a las fuerzas alemanas avanzando unos 500 kilómetros en profundidad, liberando Polonia y gran parte de Checoslovaquia, alcanzando el Oder, en un amplio. Asegurándose numerosas cabezas de puentes en su orilla occidental y estableciendo a una distancia de 80 kilómetros de Berlín. Todo estaba a punto para desencadenar el ataque final que había de poner término a la guerra en EUROPA.

TESTIMONIOS

A diferencia de GOEBBELS, HITLER aún pensaba en una victoria material en la víspera de su cumpleaños. Estaba decidido a avanzar hasta el Rin con el XII Ejército de WENCK, pese a que aún no se había enterado de que WENCK,, por propia iniciativa, se estaba enfrentando con los rusos. Para proteger a WENCK, HITLER había ordenado hacia poco que todos los bombardeos quedasen bajo el mando del combatiente que más admiraba: HANS-ULRICH RUDEL.
Dos semanas antes RUDEL había tratado de liberarse de tal cometido. Manifestó que toda su experiencia se limitaba al bombardeo en picado y al combate contra los tanques.
- Me he propuesto – declaró – no dar una sola orden que no pueda cumplir yo mismo.
HITLER le contesto que en lo sucesivo no debía volar.
- Hay innumerables personas con experiencia – afirmó -, pero eso no es suficiente. Necesito alguien que pueda organizar y llevar a cabo la operación con vigor.
EL FÜHRER accedió, sin embargo, a reservarse la decisión y permitió que RUDEL regresara a su base en Checoslovaquia, donde efectuaba diariamente misiones de combate, aún cuando el muñón de su pierna derecha estaba lejos de haberse curado.
Tiempo antes, SKORZENY había visitado a RUDEL en un hospital de Berlín, esperando hallarle deprimido. En lugar de ello encontró al aviador bromeando con todos y dando saltos por la habitación sobre su única pierna.
- ¡Tengo que volver a volar! – dijo RUDEL.
- ¿Cómo piensas hacerlo? – inquirió SKORZENY.
- Mis mecánicos están montando un mecanismo para que pueda manejar los pedales con el muñón.
- Eso es absurdo, RUDEL. Piénsalo. En primer lugar, tu herida no está curada, sino abierta. No puedes ir al frente de ese modo. Se declararía la gangrena.
- Tengo que salir de aquí – manifestó RUDEL, dejándose sobre un sillón -. Tengo que adiestrar mi pierna más corta.
Cuando SKORZENY llamó al hospital unos días más tarde para preguntar por RUDEL, el médico exclamó:
- ¡AH, ESE LOCO SE ESCAPÓ!

+JOHN TOLAND (Los últimos cien días, págs. 514-515).

El público de todo el mundo debería saber que todos los que en aquellos momentos se encontraban en primera línea permanecerían fieles a Alemania HASTA EL ÚLTIMO INSTANTE. No había que buscar los desertores en el frente, sino en la retaguardia. En Alemania, los saboteadores no se encontraban junto a los bancos de trabajo, sino en los puestos más elevados. Si no, ¿cómo se explica que en el otoño de 1944 los trabajadores de Rhur trataran de impedir a bastonazos la huida de unidades desmoralizadas de la retaguardia del frente del Oeste? ¿Cómo se explica que en los meses posteriores los mineros de las regiones inmediatas a los campos de batalla bajaran a sus pozos? Incluso de debajo de aquellos campos de batalla bajaron extrajeron carbón para la defensa de la patria. Personalmente, me consta que cuando los rusos estaban ya junto al Oder una fábrica de Litzmannstad llamó a Berlín para preguntar si podía reanudar el trabajo. ¿Cómo se explica que las fábricas de Silesia continuaron trabajando cuando estaban al alcance del fuego de la artillería rusa? Los trabajadores seguían en las fábricas incluso cuando se abandonaban las posiciones avanzadas. Estaban convencidos de que los soldados alemanes volverían.

+OTTO SKORZENI (Luchamos y perdimos, págs, 245).

El 20 de abril, a las tres de la tarde, varios miles de rusos ocuparon la orilla izquierda, franquearon la zona de arena y alcanzaron las ondulaciones a seis kilómetros al oeste.
Tácticamente, aquel batallón de valones, no dependía ya de mi división. Unos carniceros que no tenían los motivos que yo para tratar con miramientos a los hombres les dieron órdenes tremendamente duras: en plena tarde, cubrimiento aquellos terrenos pelados, debían recuperar los kilómetros perdidos y volver a instalarse en la orilla del Oder.
Pobres muchachos… Sin una palabra de desaliento obedecieron como era en ellos costumbre, quedando bien claro así, hasta el último día, que su JURAMENTO no había sido mera fórmula.
Urgía por lo menos facilitar aquella contraoperación de despeje por medio de intensa preparación artillería. Pero ¿cómo disparar? ¿Con qué?
Dos meses antes, en Stargard, podíamos gastar sólo de seis a diez obuses por batería y por día. Para esta última batalla del Oder las órdenes recibidas fueron aún más draconianas: un obús por día y por cañón.
¡Un obús! ¡Uno!
Restricciones casi tan severas para los lanzagranadas pesados: dos disparos por día. Para los lanzagranadas ligeros: una al día.
Como si dijéramos: cero.
Los rusos contaban con un millar de piezas de artillería y municiones sin tasa. La metralla soviética se despeñaba torrencialmente sobre la zona del frente. No podíamos oponerles sino armas pesadas, sin vida.
Nuestro batallón tuvo que componérselas con las armas individuales. Media docena de tanques apoyaron el ataque, al empezar la acción, pero a distancia y prudentísimamente.
Pese a todo ello, los rusos fueron desalojados: en menos de una hora conquistamos en cuerpo a cuerpo tres kilómetros de terreno.

LEÓN DEGRELLE (La Campaña de Rusia, pág. 390). De soldado raso a general. Era valón, no alemán, belga, voluntario europeo contra el comunismo bolchevique.

Reims, 7 de mayo de 1945. El General JODL, en representación del Gran Almirante DOENITZ, Jefe del Estado alemán y Comandante Supremo de los Ejércitos germanos tras la muerte de HITLER, firma la rendición incondicional. Ha terminado la guerra. Para Alemania, sin embargo, empieza la verdadera tragedia. A PARTIR DE HORA, los vencedores impondrán su ley. Y una de las víctimas será el propio JODL, condenado a muerte por el Tribunal de Nuremberg y ahorcado el 16 de octubre de 1946.
4 de febrero de 1945. Próxima la derrota final de las Potencias del Eje, CHURCHILL, ROOSEVELT y STALIN se reúnen en YALTA (Crimea) para ponerse de acuerdo sobre dos cuestiones de suma importancia: la ocupación militar de Alemania y la política Aliada hacia los países liberados. La Conferencia de YALTA reunió por última vez a los llamados “Tres Grandes”. ROOSEVELT, Presidente de los Estados Unidos, falleció el 12 de abril de aquel mismo año. CHURCHILL, Primer Ministro inglés, dimitió en el mes de julio, cuando el Partido Laborista socialdemócrata ganó las elecciones en la Gran Bretaña, y no volvió a ocupar la Presidencia del Gobierno hasta 1951

Editó Gabriel Pautasso
gabrielsppautasso@yahoo.com.ar
DIARIO PAMPERO Cordubensis nº 287

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